Lne.es » Cartas de los lectores
Hasta leer en la prensa que el Consejo de Europa (organismo formado por 47 países) ha pedido la prohibición de los emisores de sonidos diseñados para causar molestias e irritación a los jóvenes cuya edad está comprendida en la franja que va de los 20 a los 25 años aproximadamente, desconocía que ya hubiera miles de estos aparatos instalados en varias naciones con el único propósito de ahuyentar a las personas que cometen el error de transitar por una determinada etapa de la vida.
O sea, que si un centro comercial estima conveniente mantener su entorno exterior libre de incómodos o incívicos chavales, o un ayuntamiento tampoco desea su presencia en un parque, adquieren estas armas y, como si se tratara de bandadas de estorninos, disparan indiscriminadamente a los oídos de cualquier joven.
¿Se aceptaría la utilización de instrumentos similares para alejar a los incordiantes ciudadanos mayores de 30 años de los locales o espacios frecuentados por los chavales?
No parece una propuesta desacertada tratar de evitar estas prácticas pues, aunque los ataques no sean cruentos, tratan de exterminar a todo un sector concreto de la población.
¿Acaso pueden ser pisoteados o despreciados los derechos de las personas por cuestión de edad?
Hasta leer en la prensa que el Consejo de Europa (organismo formado por 47 países) ha pedido la prohibición de los emisores de sonidos diseñados para causar molestias e irritación a los jóvenes cuya edad está comprendida en la franja que va de los 20 a los 25 años aproximadamente, desconocía que ya hubiera miles de estos aparatos instalados en varias naciones con el único propósito de ahuyentar a las personas que cometen el error de transitar por una determinada etapa de la vida.
O sea, que si un centro comercial estima conveniente mantener su entorno exterior libre de incómodos o incívicos chavales, o un ayuntamiento tampoco desea su presencia en un parque, adquieren estas armas y, como si se tratara de bandadas de estorninos, disparan indiscriminadamente a los oídos de cualquier joven.
¿Se aceptaría la utilización de instrumentos similares para alejar a los incordiantes ciudadanos mayores de 30 años de los locales o espacios frecuentados por los chavales?
No parece una propuesta desacertada tratar de evitar estas prácticas pues, aunque los ataques no sean cruentos, tratan de exterminar a todo un sector concreto de la población.
¿Acaso pueden ser pisoteados o despreciados los derechos de las personas por cuestión de edad?
