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Aunque se las haya intentado relacionar con aves rapaces expertas en
la caza de suculentos productos financieros, en buena parte se
trata de personas que, por distintas razones, no acudieron durante mucho tiempo
al colegio; que han trabajado por un espacio de treinta, cuarenta o
cincuenta años en la mar, el comercio, la construcción, el metal o la
limpieza y hasta fueron objeto de un reconocimiento y modesto premio por el
largo periodo de tiempo acumulado desempeñando tareas en la misma compañía; que
han vivido con sencillez e incluso ciertas restricciones con el propósito
de tener unos ahorros para afrontar gastos imprevistos o como complemento
económico a la modesta pensión previsible en la jubilación; y que depositaron
la confianza en la profesionalidad y buena fe de las manos que guardaban y
gestionaban sus huchas desde hacía décadas. Eufemísticamente son llamados
preferentistas, pero son humildes ciudadanos de a pie a los que, después de
currar con honradez y mayor o menor penosidad y dureza a lo largo de la
vida, se les ha metido gato por liebre.