Diario Sur>Opinión>cartas del lector
Si a las crecientes dificultades económicas que tienen las familias a
la hora de hacer frente a los gastos elementales y cotidianos exigidos por el
lujo de mantenerse vivo, se le añaden los hechos y las declaraciones,
pronunciamientos y mensajes emitidos a favor del debilitamiento y la pérdida de
peso de las funciones desempeñadas por los servicios públicos en la
sociedad, ¿es de esperar un resultado con propiedades estimulantes para
el consumo? Con menos trabajo y dinero en los bolsillos y mayor desconfianza
hacia aspectos sociales de relevancia que, hasta no hace mucho, parecían estar
seguros o ser accesibles para la ciudadanía, como son los relativos a la
atención y cobertura sanitaria, a la educación y emancipación de los
hijos o a la pensión una vez alcanzada la edad de jubilación, se impone el
freno y la moderación en el gasto. Hace unos meses, como consecuencia de un
atropello mi madre necesitó una silla de ruedas al recibir el alta hospitalaria
y atención profesional durante el tiempo de recuperación (poco más de dos meses),
cuestiones que fueron resueltas procediendo al alquiler de la silla y tirando
de ahorros para pagar la residencia privada. Detalles
reveladores de cómo están las cosas.