martes, 31 de julio de 2012

Autoridad política

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Cada año se repite la misma historia: incendios producidos generalmente por imprudencias que, sumado a múltiples factores enumerados y desmenuzados verano tras verano en los medios de comunicación por expertos en distintas disciplinas, se propagan sin control causando la pérdida de vidas humanas, la destrucción de bienes materiales y verdaderas catástrofes medioambientales. Pero, aparte de palabras y gestos de pesadumbre y condolencia, de declaraciones cargadas de buenos propósitos y de polémicas en torno al endurecimiento de las sanciones o penas para quienes tengan responsabilidad directa en el origen del fuego, ¿se llevan a cabo las acciones recomendadas por quienes conocen y saben del tema a fin de prevenir y minimizar los niveles de riesgo existentes?
Y, con el asunto de la defraudación, los llamados paraísos fiscales y la especulación que pone en jaque la hacienda de las naciones y da el mate a las frágiles economías domésticas, ¿no sucede algo parecido? Costosas cumbres de líderes mundiales con atractivos mensajes y objetivos, pero, para desgracia de la población y el sistema democrático, el fruto prometido no madura.
La realidad pone de manifiesto la debilidad de la autoridad política sobre las oscura y ávida fuerza de las finanzas.