jueves, 19 de julio de 2012

Lujo

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Resulta llamativo leer que el cliente se inclina por productos de marcas exclusivas porque desea y exige ser tratado con atención, cuidado y mimo. Pero, en realidad, cuál es el motivo del esmero y la zalamería, ¿la persona o su dinero? Por fortuna, también es posible encontrar una relación amable, cordial y cercana en la carnicería y frutería del barrio.
Sobre el lujo se dicen y escriben maravillas, tal como puede leerse en múltiples entrevistas, reportajes y artículos. Sin embargo, no todos los ciudadanos estamos dotados de la sensibilidad necesaria para bendecir y apreciar los placeres y beneficios sociales del mismo. Al menos, mientras la desnutrición, la explotación laboral, el tráfico de órganos, la esclavitud sexual, la corrupción y las guerras continúen siendo trazos gruesos en el cuadro o escenario global modelado hasta el momento.
Lujo sería un mundo donde los valores humanos fueran los más codiciados y preciados. Aunque, de aquí en adelante, la parte de la población que pueda sentir cierta frustración por carecer de un estatus con acceso al fasto, tendrá la oportunidad de establecer contacto con el mundo de la pompa y la ostentación, pues pagará un IVA de lujo por acudir a la peluquería, al cine o al teatro, así como por adquirir pañales o contratar servicios de defunción. O sea, desde que se nace hasta que se muere.
Hasta el presente y delicado momento, las medidas implementadas en nombre de la austeridad, el ahorro, la eficiencia y el equilibrio en las cuentas, parece que no están teniendo los efectos pronosticados de cara a los llamados mercados, esos entes voraces, implacables y de figura desconocida. Y, mientras tanto, la economía productiva, el poder adquisitivo y la confianza de la ciudadanía en las soluciones políticas, están sufriendo un desgaste que no contribuye a superar el perjudicial panorama económico, político y social que tenemos encima.
Sin racionalidad, equilibrio, honradez, transparencia y acciones dirigidas a estimular la creación de empleo digno, ¿es posible salir del cada día más profundo agujero?