jueves, 4 de noviembre de 2010

Inmigración propia y externa

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Cada vez son más los jóvenes españoles que, debido a la escasez de ofertas de trabajo o a las precarias o decepcionantes condiciones de muchas de las existentes, acaban tomando la decisión de coger la maleta y poner rumbo a otros países con la esperanza de encontrar un entorno laboral y social que, supuestamente, les facilite y proporcione la posibilidad de crecer y desarrollarse profesional y personal, es decir, un futuro con expectativas más halagüeñas.
Por ello, antes de ofrecer un trato descortés, despectivo o injusto a las personas que, buscando mayor prosperidad y calidad de vida, llegan a España tras alejarse de sus países, es conveniente valorar si se desearía una actitud recíproca en el caso de que los inmigrantes fuéramos nosotros o nuestros hijos. ¿Existe mayor proporción de
deshonestidad, pereza o incivismo en la inmigración externa que en la propia?
La inmigración no es en sí misma un fenómeno peligroso y destructivo, pues parece ser que hace miles de años que el homo sapiens salió del continente africano para encontrar nuevos escenarios y oportunidades.
Y aquí estamos.