lunes, 4 de noviembre de 2013

Una afición agridulce

Magazine (La Vanguardia)>cartas del lector

Desde hace dos o tres años, la miel consumida en casa la cogemos a un conocido cuyo padre tiene unas cuantas colmenas en la zona rural de una provincia vecina, un entretenimiento que le  entusiasma desde hace décadas.  Según me comentó meses atrás, habían recibido una notificación de la administración competente informándoles sobre la necesidad de instalar un vallado de protección en el terreno donde están ubicadas las abejas, de  tener un seguro de responsabilidad civil y de abonar las tasas correspondientes por la actividad realizada. En definitiva, obtener unos quilos de miel se transformó en una afición agridulce. Por lo leído en el sorprendente reportaje acerca de la apicultura  en la ciudad de Nueva York (Magazine del 20 de octubre), podría decirse que en la actualidad quizás sea más sencillo y económico  tener unas colmenas en la gran metrópoli norteamericana que en el campo español.
Por otra parte, decir que la lectura del reportaje sobre el vermut, bebida que cumple 150 años de existencia, me trajo gratos y entrañables recuerdos  de la adolescencia, cuando algunos domingos, antes de la comida,  acudía con mi padre a tomar un vermut de color con unas gotas de ginebra y una rodaja de limón.