viernes, 22 de noviembre de 2013

Sin atender a etiquetas

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Al leer la leve y accidentada historia del joven palestino Rami Ismael, protagonista de la contraportada de un diario nacional, puede extraerse una triste y lamentable  conclusión: la confrontación entre palestinos e israelíes parece disponer de nutrientes suficientes para hacerla sostenible a lo largo del tiempo. Que un chaval de 17 años desee hacerse abogado con el propósito de echar una mano a jóvenes compatriotas  encarcelados como consecuencia del conflicto existente entre ambos pueblos,  es indicativo de la intensidad y el alcance del desprecio y recelo interiorizado por las nuevas generaciones, una muestra clara de la grave erosión que sufre la concordia y el buen rollo, una evidencia del fracaso obtenido tras décadas de decisiones y actuaciones políticas ricas en discordia y distanciamiento.   Ojalá que los vástagos de Rami, así como los de cualesquiera otros adolescentes (sean israelíes o palestinos), tengan el objetivo y la oportunidad de estudiar para  defender e impulsar el entendimiento, la dignidad y la calidad de vida de las personas sin atender a etiquetas generadoras de menosprecio, fanatismo y mucho sufrimiento.