viernes, 8 de noviembre de 2013

Combatir la corrosión

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Cada vez es mayor el número de voces que muestran preocupación y alertan sobre el aumento paulatino de la superficie que las formaciones u opciones alejadas de la moderación ocupan en el mapa político europeo.  Sin embargo,  parece que el viento de las políticas predominantes en el  continente sopla en una dirección que no ayuda a corregir y disminuir la intensidad de los factores de riesgo, pues día a día se suceden e incrementan las manifestaciones de descontento y hastío de los ciudadanos en distintos países. Y es que, a cada paso que avanza la rapiña, el desequilibrio distributivo y la erosión del Estado de bienestar,  crece la desconfianza y el desapego hacia la democracia  y se recortan las  distancias de los caminos que conducen a los extremos. Se dice que cuando la precariedad entra por la puerta, la ética puede salir por la ventana. Para combatir  la corrosión hay que eliminar las causas que la producen, así como aplicar tratamientos de saneamiento y protección sobre las partes afectadas,  cuestiones que deben encontrarse entre los objetivos prioritarios de los gobernantes.