domingo, 24 de noviembre de 2013

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Magazine (La Vanguardia)>cartas del lector

Días antes de leer el reportaje “Invertir bien” (Magazine del 10 de noviembre), puede escuchar en la radio a un directivo de la denominada banca ética, y hay que decir que los planteamientos y objetivos expuestos en la entrevista son interesantes, pues hablan de la obtención de beneficios aunque no a cualquier precio. Es decir, llevar a cabo una actividad financiera divorciada de la ambición especulativa, de la explotación laboral, de la siembra de precariedad social y del fraude y el engaño. Conforme la ciudadanía vaya mostrando mayor sensibilidad y preocupación por el recorrido y las consecuencias sociales de las inversiones en las que se depositan los ahorros,  por la trazabilidad humana de los productos adquiridos en el mercado y de los servicios contratados, el espacio dedicado al cultivo de la arbitrariedad se irá quedando más pequeño. Indicaba Quim Monzó al referirse a las novedosas camisetas masculinas simuladoras de  masa muscular, que éstas van a ser motivo de muchas decepciones, cuando el desnudo revele lo existente bajo el engañoso revestimiento. ¿Qué éxito de ventas tendría un artículo en cuya etiqueta constara que ha sido elaborado por mano de obra infantil bajo condiciones de  esclavitud?