domingo, 17 de noviembre de 2013

Piratería

Magazine (La Vanguardia)>cartas del lector

La detención del pirata somalí que, como dice Quim Monzó en el Magazine del 3 de noviembre, se lanzó al cebo de vanidad sin percatarse de la presencia oculta del anzuelo al que luego se vería enganchado,   es una noticia con posibles efectos balsámicos para quienes han sido víctimas de sus fechorías, y una jugada de los servicios secretos belgas ante la que cabe quitarse el sombrero.  Sin embargo, existen piratas que, portando disfraces de honestos servidores públicos y de infatigables creadores de riqueza colectiva,  abordan y causan daños graves en los servicios públicos, desvalijan el cofre de los contribuyentes y condenan a galeras a millones de ciudadanos, y, aunque pueda resultar curioso, no son objeto de búsqueda y captura. Por lo visto, hay actividades de piratería que gozan de salvoconducto y de puertos fiscales donde depositar los frutos recogidos.