jueves, 20 de septiembre de 2012

Otras formas y tácticas


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Hasta hace no tantos años, cuando alguien llamaba a la puerta de la vivienda con la intención de vender un artículo u ofrecer un servicio, podría decirse que lo normal era encontrarse con un rostro de gesto amable y una educada presentación; acto seguido y, con mayor o menor éxito y habilidad, el vendedor hacía gala de sus dotes de seducción y profesionalidad.
En cambio, las formas y tácticas adoptadas en el siglo XXI parecen ir por otro camino, y, en ocasiones, uno no sabe si tiene delante a un agente comercial o a un mercenario al que no le tiembla el pulso. ¿Presentarse? Quien ataca no dedica espacio a la diplomacia, el tiempo es oro y la mentira productiva. Ahora lo suyo es ir directamente al grano, y en cuando la víctima se pone a tiro, no hay reparo alguno en apretar el gatillo, cuestión por la que no es raro que la primera frase escuchada tras abrir la puerta sea para exigirte el recibo del teléfono o para preguntarte cuánto pagas por el seguro de la casa. Y, cuidado con la respuesta, pues en caso de resultar insatisfactoria e improductiva, uno puede ser objeto de desaires inaceptables.