El Comercio>Opinión>cartas del lector
Ronaldo está triste, fue el titular
difundido con profusión y fuerza a través de los medios de
comunicación, pero más triste es contemplar la trascendencia pública
concedida al estado de ánimo de un deportista. Obviamente, el tono de la
información no era de inquietud o preocupación por los sentimientos del
jugador, sino de sorpresa, ridiculización u ofensa ante una
actitud considerada fuera de lugar. Sin embargo, qué es
lo relevante de un asunto como este, ¿las sensaciones y
comportamientos personales de alguien ascendido a las cumbres de la
desmesura y la vanagloria, o los despropósitos y desajustes engendrados y
nutridos con celo por el sistema?
Hace unos días leí una entrevista realizada
a un médico, donde se decía que el supuesto ahorro a obtener con la
modificación de las condiciones laborales de varios miles de
empleados de la sanidad pública, podría equipararse a la retribución de un
futbolista de élite.
Si se siembra ambición y tontería,
parece bastante ingenuo o absurdo sentir semejante desconcierto ante el
fruto recogido.