miércoles, 5 de septiembre de 2012

El fruto recogido

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Ronaldo está triste, fue el titular difundido con  profusión y fuerza a través de  los medios de comunicación, pero más triste  es contemplar la trascendencia pública concedida al estado de ánimo de un deportista. Obviamente, el tono de la información no era de inquietud o preocupación por los sentimientos del jugador, sino de sorpresa,  ridiculización u ofensa ante una actitud   considerada fuera de lugar. Sin embargo,  qué es lo  relevante de un  asunto como este, ¿las sensaciones y comportamientos  personales de alguien ascendido a las cumbres de la desmesura y la vanagloria, o  los despropósitos y desajustes engendrados y nutridos con celo por el sistema? 
Hace unos días leí  una entrevista realizada a un médico, donde se decía que el supuesto ahorro a obtener con la modificación de las condiciones laborales   de varios miles de empleados de la sanidad pública, podría equipararse a la retribución de un futbolista de élite.
Si se siembra ambición y tontería, parece bastante ingenuo o absurdo  sentir semejante desconcierto ante el fruto recogido.