martes, 11 de septiembre de 2012

La incógnita

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Días atrás, conocíamos que un video de contenido erótico cuya autora y protagonista era una concejala de un ayuntamiento de la provincia  de Toledo, había circulado por Internet sin el consentimiento de  ésta. No he llegado a ver el mismo pero, con probabilidad, las imágenes no me habrían resultado traumáticas, desagradables o desasosegantes.
En cambio, al día siguiente de saltar esta noticia,  la población pudo contemplar a través de las cadenas de televisión unas grabaciones en los informativos que, sin rozar la sensualidad ni elevar la libido,  fueron capaces de  conmover, excitar y generar temblores en la ciudadanía.  Efectos que amenazan con permanecer y pronunciarse, pues, de las declaraciones y mensajes transmitidos por el presidente del Banco Central Europeo y los presidentes de Alemania y España,  se desprende que la tela del abrigo social tiende a perder grosor y reducir su superficie.
La incógnita que inquieta y  flota en el ambiente, es si vamos a terminar quedando en pelota y a la intemperie.
A estas alturas de la novela por entregas, los sufridos lectores comenzamos a sentir  hastío ante una acción previsible y decadente, ante una historia que contiene demasiadas similitudes con la  publicada previamente en otras naciones europeas.  Y, según ha trascendido, el público de Grecia y Portugal está muy defraudado e insatisfecho con el desarrollo y contenido de la misma. De hecho y, para sorpresa de los trabajadores portugueses, el último capítulo difundido en el país vecino habla de aumentar en siete puntos la cotización de los trabajadores a la  Seguridad Social.
Si las políticas  implementadas en los últimos tiempos en nombre del saneamiento y la recuperación de la economía y el empleo,  están produciendo una dinámica con efectos asfixiantes y contrarios al objetivo anunciado, ¿es raro que la línea que representa  la evolución del mosqueo existente en la sociedad siga una trayectoria significativamente ascendente?
Todo hace pensar que la situación supera las capacidades de quienes se encuentran al frente del timón político, que la dirección y el control no está en manos de los representantes elegidos en las urnas o, lo más inquietante e inhumano, que el rumbo esté definido de antemano despreciando el desastre y sufrimiento causado.