miércoles, 19 de septiembre de 2012

Una alargada sombra

Sur>Opinión>cartas del lector
Opinión A Coruña>Opinión>cartas del lector
El Comercio>Opinión>cartas del lector
El Correo>Opinión>cartas del lector
La Voz Digital>Opinión>cartas del lector


Detrás de la luz desprendida por ciertos reconocimientos,  se encuentra una alargada sombra de despropósitos y necesidades que alcanza a millones de ciudadanos. Recientemente, la Federación Español de Bancos de Alimentos  recibió el premio ‘Príncipe de Asturias de la Concordia’ por la abnegada e inestimable labor desempeñada en la sociedad: la redistribución solidaria de comida entre quienes se han visto conducidos o empujados hacia las arenas movedizas de la subsistencia.
En el año 2000 atendieron a unos 300.000 beneficiarios y repartieron unas 20.000 toneladas de alimentos, sufriendo las cifras un salto de vértigo en  2006, hasta superar el millón de auxiliados y multiplicar por algo más de cinco la cantidad de comida distribuida en 2011. Simultáneamente, y según el análisis realizado por el  Barómetro social de España, entre los años 2005 y 2009 el patrimonio del 25% de los hogares más ricos experimentó un crecimiento del 20%, mientras que el de la cuarta parte de los más pobres sufrió una disminución del 6,4%. Y en la actualidad, la desigualdad en el reparto de la riqueza continúa la misma senda.
Es decir, la concesión del galardón lleva implícito un suspenso que, en este caso, sería el obtenido por las políticas predominantes en la última década, no solo por la incapacidad mostrada para reducir la magnitud del problema, sino por facilitar su desbordamiento.