viernes, 18 de diciembre de 2009

Un buen avión que ojalá sirviera para otro tipo de vuelos

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El primer despegue y vuelo del nuevo avión de transporte militar Airbus A-400, en cuyo desarrollo participan seis países europeos más Turquía, ha sido un éxito que, lógicamente, fue motivo o causa de celebración política y profesional.
No es deseable el fracaso de un proyecto en el que se invertirán más de 20.000 millones de euros y del que dependen unos 40.000 puestos de trabajo en Europa, aunque sí es de esperar que esos aparatos –destinados al envío de tropas, armamento y otros equipamientos militares– nunca lleven a cabo los vuelos para los que fueron concebidos, sino para transportar personal y material destinado a la educación, a la salud y al progreso.
Es decir, surcar los aires para trasladar solidaridad o colaboración y no hostilidad o destrucción.