sábado, 19 de diciembre de 2009

El desorden ético y el desequilibrio económico

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Estamos a las puertas de padecer las dramáticas consecuencias derivadas de un cambio climático provocado o acelerado por la actividad humana, y las dificultades para alcanzar un consenso revestido de sensatez residen en el ritmo de desarrollo industrial y tecnológico y en las diferencias existentes entre naciones o continentes.
Por una parte, los países ricos ni desean ni están preparados para asumir una ralentización del actual y desaforado consumo. Por otra, los pueblos que viven en la parte baja de la pirámide de la desigualdad tienen el objetivo (y el derecho) de ascender a cotas más altas.No es acertado ni posible tener una televisión u ordenador en cada habitación de la casa, varios coches por familia, una vivienda habitual y otra para ir pasar unos días, armarios repletos de atuendos de tres o cuatro usos, etc. Tampoco es justo que millones de personas tengan que continuar atascados en el fango de la hambruna, la enfermedad y la pobreza.
¿Pueden tener los efectos anhelados y necesarios para el medioambiente las cumbres que soslayan y evitan la creación de una hoja de ruta que trate de poner alternativas al desorden ético y al desequilibrio económico reinante?