Tras ser arrojado sin cautela ni contención alguna a las arenas del linchamiento mediático, fue devorado por los colmillos que sacian la desmedida hambre informativa e, incluso, acudió algún cámara que incitaba al personal expectante a lanzar exabruptos e insultos contra el joven tinerfeño detenido erróneamente.
Resulta curioso que, los mismos medios que un día dedican espacios informativos a enarbolar la bandera de la objetividad y denunciar la violación de la presunción de inocencia, al día siguiente pueden mantener la actitud contraria erigiéndose en dedo acusatorio.
La calidad de la información no sólo la conceden los títulos universitarios, sino la calidad humana de los profesionales de los medios.
