El ensalzado modelo ultraliberal puesto en práctica en buena parte del mundo durante las últimas décadas ha sido todo un éxito social, pues sus diseñadores obtuvieron los efectos esperados: el descrédito, debilitamiento, deterioro o traspaso de sectores y servicios públicos a favor del fortalecimiento del sector privado; el recorte o la disminución de las prestaciones sociales; el reparto desproporcionado de la tarta económica entre los ciudadanos…
Tras conocer y padecer las contraproducentes consecuencias de esta ley de la selva social, donde domina la individualidad, el elitismo y el sueño de la opulencia, ¿seguiremos apostando por continuar inmersos en el campo gravitatorio de la obscenidad, injusticia e indiferencia? ¿Dónde está el límite del desequilibrio? ¿Qué escenario se tiene que presentar para que las políticas den un giro?