viernes, 7 de julio de 2017

Turismo incívico

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Hace veintiocho años, estando de acampada libre en una zona rural asturiana, entre la una y las dos de la madrugada una mujer alemana se acerca al coche donde mi pareja y yo permanecíamos charlando y escuchando música con las ventanillas cerradas para, de forma educada, solicitar que bajáramos el volumen del reproductor, pues por lo visto les impedía conciliar el sueño. Aunque nos causó cierta sorpresa, la demanda fue atendida de manera inmediata. Es por ello que resulta difícil comprender la actitud irrespetuosa y descontrolada de determinados turistas europeos durante sus vacaciones en localidades españolas, creyendo que la cartera les otorga la posibilidad de comportarse como les venga en gana, como si sacaran la entrada al parque temático ibérico del incivismo y el antojo. ¿Por qué esa condescendencia y permisividad nacional hacia conductas que son inaceptables en sus países de origen? Tal como comentaba un amigo hace unos días, es altamente probable que la respuesta fuera distinta en caso de tratarse de personas llegadas en patera.