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Aun tendiendo a la tolerancia y regulación de derechos
favorables a la ampliación de las libertades personales de los ciudadanos (obviamente,
sin que ello signifique dar rienda suelta al desprecio y pisoteo de los
derechos del vecino), hay materias en los que a uno no le resulta sencillo
tomar partido, como sucede en la actualidad en nuestro país con el debate
público surgido en torno a la denominada por una parte como gestación subrogada
y por otra como vientre de alquiler. ¿Qué elegiría en el caso de someterse a
votación popular la aprobación o prohibición de esta práctica? Siendo múltiples
los interrogantes surgidos al respecto, creo que podría llegar a posicionarme
de manera favorable en el caso de establecerse rigurosos filtros y criterios de
selección que, entre distintas cuestiones (la principal, velar por el bienestar
de los niños), garanticen la ausencia total de circunstancias o
factores de índole económico y la absoluta voluntariedad de la
mujer que se presta a quedar embarazada, fundamentándose la misma en verdaderos
sentimientos de empatía y solidaridad. En realidad, pienso que lo preocupante
es la normalización de la gestación derivada de embriones fruto de la
precariedad y la falta de libertad.