lunes, 24 de julio de 2017

Contra la infección de la corrupción

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Da igual la edad, el sexo, la raza, las creencias religiosas o las inclinaciones políticas de cada cual; es indiferente que la profesión ejercida sea la de fontanero, arqueólogo, mecánico, cirujano o periodista; no importa si se reside en una pequeña aldea agrícola, un pueblo pesquero, una villa turística o una ciudad industrial;  es irrelevante ingerir carne y pescado o tener una alimentación basada en los vegetales; y también da lo mismo tener como afición el aeromodelismo, la ópera, el fútbol o el ajedrez. Los efectos de la corrupción son perniciosos tanto para el bienestar de la mayor parte de la población como para el desarrollo de la democracia, y el tratamiento político y social a aplicar ante una infección (causada principalmente por las bacterias de la codicia, la indecencia y la impunidad) extendida por el organismo estatal, debe ser a base de  compuestos educativos, coercitivos y de  control. Contra la corrupción, el antibiótico de la intransigencia y el rechazo inequívoco de la ciudadanía.