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La pareja de jóvenes, después de vivir una temporada bajo el techo de
sus respectivos padres y lograr tener unos pequeños ahorros, tomaron la
decisión dar el paso deseado desde hace tiempo: emanciparse, comenzar una
etapa nueva. Cuando por fin encuentran un piso que podría cumplir con sus
expectativas y alcanzan un acuerdo con los dueños, llevan a cabo los
trámites requeridos para el alquiler y depositan la fianza pertinente. El
día que reciben las llaves y se presentan en la vivienda tardará en
ser olvidado, pues observan que el piso está prácticamente vacío y sin
cortinas, dejando al descubierto los desperfectos existentes en suelos y
paredes que estaban ocultos por los muebles y complementos que había cuando
visitaron el piso con los propietarios. Resumiendo, la renuncia de la
pareja a continuar en semejantes condiciones fue la justificación de los
arrendadores para quedarse con los 400 euros de la fianza, desistiendo los
jóvenes de optar por acciones legales para recuperar el mismo. Por
otro lado, unos inquilinos se quejan del colchón y acaban marchando con el
nuevo. ¿De verdad hay mayor grado de honestidad entre la ciudadanía que entre
la clase política?