viernes, 2 de agosto de 2013

La lluvia ética no moja

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Amparándose  bajo el alero de la legalidad,  la lluvia ética ni moja ni cala.  Con esta idea como brújula de la conducta,  hay quien considera compatible el desempeño de responsabilidades políticas con la mentira, la desfachatez o las irregularidades prescritas.  Sin embargo, las cornisas no tienen forma ni  medida estándar a nivel global, sino que difieren en función de aspectos como la idiosincrasia y cultura democrática de los pueblos y naciones. La dimensión del engaño y deslealtad pública parece estar relacionada con la tolerancia e indiferencia de la ciudadanía, pues hay territorios donde la falsificación del currículo o el gasto de mil euros de los contribuyentes en llamadas de teléfono injustificadas es motivo de dimisión o cese del cargo (además de la devolución del dinero), mientras que en otros es posible llegar a la jubilación  tras años de  lucro y teatro en ayuntamientos o parlamentos. Por fortuna o desgracia, la sociedad no permanece estática.