sábado, 24 de agosto de 2013

Inconsistencia

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Aunque uno deposite más confianza en los resultados sociales obtenidos a través de la convicción que de la imposición, pues no es lo mismo conducirse bajo el dictado del razonamiento  que entrar por el aro a presión, parece comprensible la decisión tomada por distintos ayuntamientos de denegar la instalación de sombrillas particulares a primeras horas de la mañana para reservar sitio en las playas. Muchas de ellas clavadas en primera línea de orilla, con vistas al horizonte y a los cuerpos que se pasean y entran y salen del agua. Y qué decir de la apropiación (desde el alba hasta el ocaso) de las mesas en las áreas recreativas. Censurar  la conducta de los  cargos políticos que anteponen los réditos personales a los sociales, es un ejercicio saludable que está al alcance de cualquier ciudadano,  sin embargo,  se echa  de menos una mayor autocrítica y disposición para encauzar  agudos  comportamientos que, cuando son protagonizados por el prójimo, suelen tener la consideración de desleales, molestos o irritantes. La autoridad moral se debilita, pierde consistencia e incluso se derrite con el calor del egoísmo y la incoherencia.