viernes, 16 de agosto de 2013

¿Cuánto tiempo y sufrimiento?

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Durante la infancia y buena parte de mi adolescencia, muchas de las botellas de vidrio destinadas a la distribución de  refrescos, vinos o cervezas eran retornables, es decir, el consumidor obtenía la devolución del importe correspondiente al envase cuando  era devuelto para su posterior reutilización.  Asimismo, las familias solían disponer de cestas, bolsas o sacos con los que se acudía a realizar la compra mensual o diaria de comestibles y otros productos de consumo  cotidiano como el jabón, la lejía o el betún para los zapatos, pues no era costumbre que las tiendas y economatos  (apenas existían los supermercados y centros comerciales)   dispensaran bolsas desechables.  Con la colonización del supuesto confort y  progreso, aquellas prácticas quedaron desfasadas,  siendo  lo moderno y ventajoso tirar el vidrio a la basura e inundar el entorno de plástico.
Pasadas tres décadas,  lo que se vendió e implantó como novedoso y fascinante, parece haberse demostrado perjudicial e insostenible. ¡Cuántas personas fueron tildadas de  trasnochadas por poner en duda conductas que ahora son puestas como ejemplo de  sensibilidad y concienciación medioambiental!  Y, respecto al bienestar general, ¿cuánto tiempo y sufrimiento será necesario para que la sociedad  corrija las políticas predominantes de ambición,  desigualdad e infelicidad social? En su día,  Nelson Mandela  fue señalado como un antisistema.