domingo, 20 de marzo de 2011

Mayores de edad

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Desde que hemos tenido conocimiento de los problemas surgidos en alguna de las centrales nucleares de Japón como consecuencia del terremoto y posterior tsunami son cuantiosas las opiniones y declaraciones vertidas acerca de la conveniencia o no de iniciar un debate al calor de los hechos, de lo improcedente que resulta poner en duda la bondad de este tipo de instalaciones por un accidente puntual e infrecuente, de la imposibilidad de satisfacer la demanda energética actual de la sociedad sin la producción de este tipo de energía o de la irracionalidad o ignorancia de quienes la rechazan. Pretender que la población pase por alto y no se inquiete ante un accidente de estas características es algo que sorprende. Y más tratándose de un país que no necesita carta de presentación respecto a su potencial económico y tecnológico. Si somos mayores de edad para elegir a las personas que nos representan en el Parlamento, para solicitarnos comprensión y responsabilidad ante el establecimiento de recortes en las prestaciones sociales o para decidir si nuestros hijos acuden a centros educativos públicos, privados o concertados, es de suponer que también lo somos para reflexionar sobre determinados acontecimientos o planes de futuro. ¿No sería más preocupante e impropio que la respuesta del ser más inteligente del planeta fuera la de esconder la cabeza o mirar hacia otro lado como si nada hubiera pasado? Iniciar una deliberación y aprender de los errores cometidos, ¿es negativo?