lunes, 2 de agosto de 2010

Precio de los productos

La Voz de Asturias>Opinió>cartas del lector

Si uno es amante o aficionado a los juegos de azar tiene al alcance numerosas y específicas modalidades reguladas o legales: loterías, quinielas, cupones, casinos, bingos, máquinas tragaperras, etcétera, etcétera. Es decir, aquellos que no juegan es porque no quieren, pues la oferta se adapta a cualquier economía, desde la más opulenta a la más modesta.
Sin embargo, el juego no se circunscribe únicamente a su terreno natural, y ha extendido sus tentáculos hacia muy diversos ámbitos como puede ser el de la alimentación.
La adquisición de productos de una marca o fabricante específico otorga al cliente la posibilidad de participar en periódicos sorteos que, por ejemplo, pueden ofrecer premios de miles de euros mensuales o sueldos para toda la vida; todo ello sería muy generoso si no fuera porque el dinero sale del bolsillo de los consumidores.
Lógicamente, nadie está obligado a comprar los artículos que ven incrementado su precio final debido a este u otros aspectos como son los gastos invertidos en publicidad, y, precisamente por ello, son muchos los ciudadanos que se deciden por las marcas blancas, porque el coste de ciertas variables totalmente ajenas a la calidad de los productos no existe o es inferior.
Si la situación económica de millones de familias obliga a llevar a cabo una rigurosa racionalización de los gastos, ¿por qué pagar por algo indeseado y/o innecesario?