Desde hace un tiempo las cadenas de televisión emiten algunos programas que nos brindan la oportunidad de contemplar con cierto detalle el exterior e interior de lujosas mansiones, el variado contenido de sus guardarropas e, incluso, hasta de conocer los gustos decorativos, deportivos o gastronómicos de sus adinerados propietarios, así como su elevado grado de compromiso, concienciación o sensibilidad ecológica.
El caso es que uno anda un tanto despistado porque aún no ha logrado captar el sentido de los mismos. No está claro si tratan de saciar la necesidad de fisgoneo o vouyerismo social, de intensificar los sentimientos de envidia, de propagar las ambiciones o deseos consumistas, de poner en cuestión la moralidad de la acumulación de riqueza o de reprobar la huella ecológica de la ostentación.
Aunque, independientemente del objetivo perseguido con estos contenidos audiovisuales o de las emociones despertadas en los telespectadores, es evidente que dada la precaria situación económica de millones de ciudadanos y la comprometida situación medioambiental de nuestro planeta, muestran de manera clara e inequívoca el grave desajuste económico de la sociedad y el desenfoque de un modelo de sistema.
El caso es que uno anda un tanto despistado porque aún no ha logrado captar el sentido de los mismos. No está claro si tratan de saciar la necesidad de fisgoneo o vouyerismo social, de intensificar los sentimientos de envidia, de propagar las ambiciones o deseos consumistas, de poner en cuestión la moralidad de la acumulación de riqueza o de reprobar la huella ecológica de la ostentación.
Aunque, independientemente del objetivo perseguido con estos contenidos audiovisuales o de las emociones despertadas en los telespectadores, es evidente que dada la precaria situación económica de millones de ciudadanos y la comprometida situación medioambiental de nuestro planeta, muestran de manera clara e inequívoca el grave desajuste económico de la sociedad y el desenfoque de un modelo de sistema.
