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El niño contempla un espacio televisivo donde se alerta sobre la
excesiva huella ecológica ocasionada por la actividad humana, escucha con
interés la información referida a la subida del nivel del mar y los fenómenos
meteorológicos derivados del cambio climático, permanece atento a las
indicaciones que hablan de llevar estilos de vida más sencillos y
respetuosos con el medio ambiente; acto seguido, llega el tiempo dedicado a la
publicidad y es objeto de mensajes que estimulan el consumo irreflexivo y promueven
la participación ciudadana en juegos de azar que anuncian el pasaporte a la
ostentación; y a continuación, permanece sentado viendo el inicio de un nuevo
programa que realza la sobreabundancia y el lujo como patrón de felicidad y
éxito social. ¿Con qué debe quedarse?, ¿qué información tendrá mayor capacidad
de penetrar y esculpir la sensibilidad y la conciencia?