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Mientras preparaba una ensalada escuché en el ordenador un anuncio
publicitario de compresas que finalizaba señalando la edad de la marca,
centrando la atención en las ocho décadas de presencia en el mercado, aspecto
que deja en el paladar del personal un sabor relacionado con la experiencia, la
calidad y la garantía profesional. ¡Qué paradoja!, pensé: mientras que algunas
de las cosas creadas por las manos de las personas van adquiriendo valor con el
paso del tiempo, éstas parece que
comienzan a perder peso específico e
interés social al pasar la frontera de los 50 años (e incluso a edades más
tempranas), recibiendo la invitación para trasladarse al trastero de la
irrelevancia y el olvido.
Qué significado tiene el concepto de modernidad, ¿pagar una pasta por hacerse con una cazadora de los años 80 (artículo
vintage) a la vez que se descarta, infravalora o ignora a aquellos
conciudadanos que presentan canas o arrugas?