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Sin restar
importancia a las consecuencias políticas y jurídicas que puedan derivarse de
la polémica surgida en torno al máster de la presidenta de la Comunidad de
Madrid, la preocupación que ocupa la mente de muchas personas (especialmente
entre alumnos y docentes) está centrada en la profundidad de la erosión causada
por este asunto en el prestigio de las universidades españolas.
Y es que,
atendiendo al sentido común, parece obvio que las irregularidades conocidas
hasta el momento en el seno de la universidad protagonista del sonado escándalo
no contribuyen a generar un clima de confianza en las titulaciones
universitarias de nuestro país; y tampoco a incrementar el brillo de la Marca
España en el extranjero. ¿Qué influencia puede tener todo ello en las autoridades
y los ciudadanos de otras naciones a la hora de elegir dónde cursar estudios
fuera de sus fronteras?
El apuntalamiento
de una mentira con documentación falsificada no la convierte en verdad, sino
que la eleva al cuadrado.