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Hay días en los que, al asomarme a la ventana, observo
un paisaje dividido y diferenciado a izquierda y derecha. A un lado,
lluvia y neblina sobre un fondo gris oscuro; al otro, luminosidad y nitidez con
un cielo casi despejado. Hoy, en cuestión de minutos, escuché dos
noticias en la radio que, aun teniendo como protagonistas a las personas
jubiladas, presentaban distintas tonalidades. Por una parte, parece ser que un
jubilado que participó durante tres días como extra en la película ‘Ocho
apellidos catalanes’, percibiendo unos 61 euros por jornada, ha recibido una
carta de la Seguridad Social notificándole que le van a descontar de la pensión
la totalidad de los ingresos declarados por su colaboración en el filme; y por
otra, el presidente del Gobierno anuncia una exención en el Impuesto sobre la
Renta de las Personas Físicas (IRPF) para quienes decidan prolongar la
actividad laboral más allá de la edad de jubilación. Aunque, la información
nacional con mayor contraste del día, ha sido la referida a la afición y
destreza mostrada por ciertos cargos políticos para compatibilizar el trabajo y
los salarios públicos con las labores y los pelotazos privados.