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Un compañero de faena confiaba en
que, tal como le había sucedido hace unos años, recibiría una
notificación de la Dirección General de Tráfico a través del correo postal
informándole del próximo vencimiento del permiso de conducción, en cambio, esta
vez se ha enterado de distinta forma, siendo informado directa y verbalmente en
un control de carretera, además de por escrito con una sanción de 200
euros por tener el carné caducado desde días atrás. Un infortunio que generó un
estado de alerta entre el resto del personal, y al cual podría aplicársele el
dicho de que “no hay mal que por bien no venga”, pues ello está evitando
situaciones similares. Y surge la pregunta: ¿por qué suprimir un procedimiento
informativo que resultaba útil y satisfactorio para los ciudadanos,
cuando a día de hoy existen múltiples canales y herramientas de comunicación?
Otra cuestión es, ¿por qué el precio de la renovación del permiso de conducir
supera en algo más del doble a la del carné de identidad, cuando se trata de
dos trozos de plástico con el mismo tamaño? ¡Cuántas incógnitas alrededor de
las tasas e impuestos!