Los comentarios anónimos (o con firma) vertidos en Internet sin más
contenido que el insulto, la difamación, la burla física o la amenaza, no me
parecen divertidos, agudos e ilustrativos, sino primitivos y patéticos. Como
comenta Andrés Trapiello el pasado 17 de noviembre, la impunidad es utilizada
como una de trinchera desde la que se puede apuntar hacia un objetivo concreto o lanzar exabruptos de racimo sobre colectivos, sin
embargo, optar por la eliminación del canal que tienen los lectores para participar y ofrecer sus opiniones en los medios digitales, no creo que sea una medida
acertada, pues son muchos los ciudadanos que vuelcan sus argumentos,
discrepancias e impresiones acerca de lo publicado con el debido respeto,
razonamiento y elegancia. Qué es más enriquecedor
y saludable, ¿filtrar o sellar el paso de las palabras?