domingo, 15 de septiembre de 2013

Una cuestión que se esquiva

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Hace ya unos cuantos años del comienzo de las campañas públicas de sensibilización medioambiental llevadas a cabo en los centros escolares, cientos de miles o millones niños han recibido información e invitado a participar en actividades y visitas a  centros de tratamiento de residuos al objeto de extender e intensificar la concienciación social, y las familias han ido adoptando conductas de consumo arbitradas por la regla de las tres erres: reducir, reciclar y reutilizar. Buena cantidad de charlas, eslóganes, videos y juegos interactivos dedicados a conocer y asimilar la necesidad de cambiar de hábitos derrochadores e insostenibles en el tiempo, pero la moderación en el gasto y uso de   los libros de texto parece ser una cuestión que se esquiva o rodea año tras año.
Si las facturas y recibos en papel disminuyen a un ritmo considerable, si la ciudadanía  actúa como protagonista principal en el reciclaje de cartón y si las empresas procuran reducir el tamaño y peso de los embalajes, ¿por qué no aprovechar durante más cursos unos libros cuyos  contenidos continúan siendo materia de estudio y evaluación? ¿Cómo va el tema?