Resultaría más revelador y
didáctico que la publicación de datos relativos a las mayores fortunas del
planeta, tal como el mapa mundial de millonarios mostrado en el
Magazine del 1 de septiembre (y añado la letra p al noveno mes del año sin
ánimo de sacar la lengua a Quim Monzó), fuera acompañada de información de
contraste, es decir, la que favorece percibir el panorama con mayor amplitud y
claridad. Por ejemplo, indicando la cantidad de ciudadanos que
acostumbran a codearse con el hambre o la exclusión social. Es probable que el
brillo de la riqueza se viera ensombrecido por las cifras de la sinrazón y la
miseria, aunque no menos que la realidad cotidiana de millones de
personas. La verdad es que el rostro del desequilibrio social no tiene
unas facciones elegantes y armoniosas.