Dice Ángeles Caso que
la compasión no desfila por las pasarelas de las virtudes sociales del momento,
que ha sido desdeñada y guardada en el baúl de los proyectos humanos pasados de
moda. Viendo como se encuentra el paisaje global, la verdad es que
no puede afirmarse que estemos en una época de esplendor de la fraternidad, la
tolerancia, la afectividad y la sencillez. Una enorme cantidad de la población
mundial vive en unas condiciones de pobreza extrema, la guadaña del fanatismo
siega vidas a diario, miles de niños son reclutados y obligados a
cometer atrocidades contra vecinos y familiares, millones de personas son víctimas
de la esclavitud (sexual y laboral) y el deterioro medioambiental es cuantioso
e irreversible, es decir, el astro de la inmoralidad está eclipsando la
dignidad y felicidad colectiva, así como las opciones de vida en un futuro no
muy lejano. Sin embargo, y por fortuna, la semilla de la avidez y el
desprecio no germina, enraíza ni crece en todos los corazones, hay
terreno limpio y libre de maleza.