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Llámese manía, hipersensibilidad o
tontería, el caso es que siempre he tenido problemas con las etiquetas de la
ropa que están en contacto directo con la piel, podría decirse que su
eliminación forma parte de un ritual y, en bastantes casos, algún
mosqueo, pues vienen cosidas a conciencia (incluso mejor que las costuras de la
prenda). Información sobre la talla, composición, cuidado y mantenimiento o
lugar de procedencia, pero no sobre las condiciones laborales en las que fueron
producidas, y es que el abuso y la desconsideración hacia las
personas son asuntos que no inciden negativamente en la bolsa ni en
la prima de riesgo. Si existen acreditaciones de la calidad
de elaboración, procedimientos y controles de la trazabilidad y homologaciones
de seguridad de los artículos de cara al consumidor, ¿por qué
obviar las cuestiones relativas a la dignidad y salud de los
trabajadores? Ojalá llegue el día en que la marca CE (Conformidad Europea)
y otras similares sean garantía de decencia y equidad social.
¡Cuántos productos perderían atractivo e interés si en la etiqueta
o manual de instrucciones constara el sufrimiento y coste humano empleado
en la fabricación de los mismos!