domingo, 2 de diciembre de 2012

El fanatismo de la codicia

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Sería absurdo negar que las manifestaciones, huelgas o encierros son viejos instrumentos de reivindicación y protesta, acciones con muchas  velas en la tarta de cumpleaños,   pero, cómo calificar la esencia y los efectos de unas políticas  que  degradan y erosionan los pilares de la catedral del bienestar social europeo.  ¿Es moderno distribuir la riqueza producida por la sociedad  aplicando fórmulas o conceptos de épocas pretéritas? ¿Es revolucionario ofrecer a las nuevas generaciones unas condiciones de vida más desfavorables que las de sus progenitores? ¿Es vanguardista que cada vez sea mayor el número de personas con dificultades para acceder a la alimentación?  ¿Es progresista que los abuelos sean el sustento de hijos y nietos? ¿Es avanzado sembrar de obstáculos el acceso de la población a la sanidad, educación y justicia?
La cerrazón e insensibilidad del fanatismo de la codicia que recorre Europa, es un abono idóneo para la inestabilidad social y la radicalidad política.