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Hay clasificaciones de los vehículos más veloces, de los quesos más
apreciados, de los periódicos más leídos y, por desgracia, de otras cuestiones
que ponen de relieve el decepcionante fracaso evolutivo del ser humano en cuanto
a sensatez, educación, refinamiento y empatía se refiere. Recientemente, la
revista The Economist ha publicado una lista con los mejores y peores
lugares para nacer en 2013, ranking establecido atendiendo a variables medibles
y a otras de carácter subjetivas que condicionan de manera dispar las
oportunidades y la calidad de vida de las personas. Así lo constatan las
estadísticas al señalar que, de un país a otro del mundo, la esperanza
media de vida en 2009 variaba hasta en 35 años, la densidad de médicos
por cada 10.000 habitantes oscilaba entre 0,1 y 67, y la renta per cápita iba
desde 500 a 54.000 dólares. Han pasado unos miles de años desde el comienzo de
las llamadas civilizaciones, y resulta que algo tan circunstancial y aleatorio
como es el país donde tiene lugar el alumbramiento aún traza los márgenes del
recorrido y las condiciones de luz u oscuridad con las que llevarlo a cabo. Como
especie, no está el tema para sacar pecho.