domingo, 28 de agosto de 2011

Ofensas

Magazine (La Vanguardia)>cartas del lector

Ni me seducen ni presto demasiada atención a los desfiles, revistas o cualesquiera otros acontecimientos y soportes que procuran trazar la dirección de la estética a adoptar de manera periódica por parte de la ciudadanía, aunque ello no es óbice para que, así como apunta Quim Monzó en su artículo del 14 de agosto de 2011, me resulte complicado entender que pueda mantenerse una posición crítica o contraria a la decisión de unos grandes almacenes italianos de contratar a jóvenes que cumplan la función de maniquíes dinámicos, es decir. No se manifiesta una actitud similar ante trabajos homologables en contenido, como pudiera ser el de modelo de pasarelas o de fotografías para portadas o reportajes de moda.
En cambio, comprender la reprobación hacia la imposición de determinadas condiciones laborales parece una tarea bastante más sencilla. Por ejemplo, en el caso de exigir a las camareras y chicas de limpieza de un hotel que desempeñen su trabajo portando tangas, tops, medias finas y minifaldas.