martes, 16 de enero de 2018

Un concepto adaptable

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Cuando se habla de ‘ciudades inteligentes suele ser en términos de dotación de infraestructuras, eficiencia en la gestión de los recursos y desarrollo sostenible, con escasa o nula referencia a cuestiones relacionadas con el Estado de Bienestar. Y uno se pregunta: ¿es acertado utilizar el término inteligente para describir un entorno social avanzado en ciencia y tecnología pero deficitario o involucionista en la vertiente humanitaria? Qué es el progreso, ¿urbes con vehículos sin conductor circulando por calles con personas pidiendo en las puertas de los supermercados?, ¿localidades con pantallas en lugares públicos ofreciendo información en tiempo real sobre la contaminación ambiental y las condiciones meteorológicas mientras hay ciudadanos buscando un cajero automático libre para pasar la noche?, ¿espacios controlados por las tecnologías de la información y comunicación (TIC) donde muchos niños carecen de acceso a Internet por pertenecer a familias en situación de precariedad? Por lo visto, inteligente es un concepto variable y adaptable al recipiente de las opiniones, proyectos e intereses.