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La alcaldesa de un pueblo de la provincia de Castellón ha establecido
un curioso sistema de alerta para advertir a los cerca de 1.900 vecinos (con un
porcentaje considerable de personas mayores) sobre la aparición de embaucadores
que llegan a la localidad olfateando el rastro de la vulnerabilidad, el cual consistente
en poner una melodía a través de la megafonía del campanario de la iglesia cuando
un residente avise a las autoridades municipales de las sospechosas intenciones
de intrusos profesionales y profetas que van ofreciendo gangas y grandes
ventajas comerciales. En el caso de recurrir a la música para informar de la
presencia de adictos o amantes de la corrupción, en muchos pueblos y ciudades
españolas tendrían que haberse regulado los horarios de audición para permitir
el descanso de los residentes.