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La combinación de factores de distinta naturaleza puede convertirse
en la fuerza motriz generadora de transformaciones en la sociedad que se
extienden y consolidan de manera gradual sin ocasionar estruendos ni
revuelos en las calles, como parece suceder con los matrimonios y
divorcios entre mayores de 60 años, que experimentaron un aumento de
aproximadamente el 100% y el 126% respectivamente, durante la última
década. En opinión de los expertos, estos cambios en las relaciones obedecen
principalmente al incremento de la esperanza de vida, a la extensión de las
relaciones sociales (menor dependencia del apoyo familiar) y a la atenuación y
disminución de la religiosidad en la población. Sin embargo, la decisión
de divorciarse o casarse en etapas avanzadas de la vida puede encontrarse con
desconcierto, desaprobación y rechazo familiar, llegando a desavenencias
y enfados eventuales o crónicos. Con la cabeza lúcida, el corazón
deseoso y alas en forma, la condición de ser abuelo no implica la renuncia a
emprender el vuelo, no significa que uno deba resignarse a permanecer en un
entorno asfixiante, no es impedimento para emocionarse y sentir los latidos de
la vida.