martes, 1 de noviembre de 2016

Perfiles ambivalente

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Uno de los aspirantes al puesto de trabajo en la pequeña  peluquería del barrio  tenía alrededor de 43 años de edad y contaba con una dilatada experiencia laboral  forjada a lo largo del tiempo en distintos salones de la zona. Otro candidato había cumplido los 21 años y tenía una escaso recorrido profesional, pero había  algo en él cuyo peso  fue determinante para inclinar la balanza a su favor: la estética y la juventud. El chico vestía de manera informal,  llevaba varios piercing en la cara y lucía numerosos tatuajes en distintas partes del cuerpo ofreciendo una imagen que, contrariamente a lo sucedido en otras circunstancias, en este caso acabó siendo decisiva para obtener el empleo. Dado que la supervivencia del negocio dependía en buena medida de la entrada y permanencia de nuevos y jóvenes clientes, el responsable del mismo estimó que el perfil de esta persona era más adecuado para  cumplir el deseado objetivo, es decir, continuar ganándose los garbanzos con las tijeras. Pasados los años, las  puertas de la peluquería siguen abiertas y el joven permanece trabajando codo a codo con el propietario. Hay perfiles que lo mismo te hunden que te hacen flotar.