martes, 22 de noviembre de 2016

Indiferencia y menosprecio

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"Si el perro tiene su colchón en un rincón de la sala, el pasillo o la cocina, por qué no van a ser  lugares apropiados  y acogedores para que la interna descanse y tenga felices sueños".  Algo así  deben plantearse quienes, tal como comentaba en una entrevista televisiva una señora que trabaja desde hace décadas en el sector del servicio doméstico, consideran adecuado que la empleada del hogar en régimen interno tenga como dormitorio un espacio común de la vivienda. Pero no pasa nada, los robots de cocina tampoco gozan de una parcela de privacidad y recogimiento y siguen funcionando como si nada. Una muestra más del nivel de indiferencia y menosprecio con el que unas personas tratan a otras en función de la posición social ocupada y el rol desempeñado,  la constatación de que el patrimonio y la calidad humana caminan por sendas independientes, la evidencia de que se puede ser muy pobre aun teniendo solvencia monetaria.