El Correo>Opinión>cartas del lector
Diario Sur>Opinión>cartas del lector
El Diario Montañés>Opinión>cartas del lector
El Comercio>Opinión>cartas del lector
"Aún vivimos en un mundo ridículamente sexista",
denunciaba una chica estadounidense en una red social después de que se le
impidiera la entrada a un parque de atracciones en Nueva Jersey por llevar una
camiseta con escote, la cual no supuso obstáculo alguno al ser intercambiada
con un acompañante masculino que accedió al recinto con total libertad. "Mi mayor deseo es que los países árabes cambien y no discriminen a los
gays, que no haya insultos y violencia contra nosotros en las calles",
comentaba una persona transexual en un documental sobre la sexualidad en la
ciudad de Beirut. "Si no me apoya mi mismo comité, qué hago yo
aquí", declaraba un joven andaluz que ha decidido dejar el arbitraje
futbolístico como consecuencia de la hostilidad y el desprecio del que es
objeto tras dar a conocer su homosexualidad. Con la ley tomándole la
delantera a la ciudadanía o bien con la situación inversa, parece que la
discriminación por cuestiones de sexo late con fuerza. Desde la heterosexualidad,
soy incapaz de encontrar argumentos o razones capaces de justificar distintos
niveles de derechos y oportunidades sociales en función de lo que suceda en el
interior de los dormitorios.