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Difícilmente puede ser alcanzada la cumbre de una montaña
si no está en la lista de deseos y prioridades, aunque, como es
obvio, tampoco es suficiente con levantar la cabeza y dirigir la mirada
entusiasmada hacia la cima, pues el logro del objetivo depende de factores como
la preparación, la planificación y el inicio del movimiento.
En la reunión de líderes mundiales sobre Igualdad de Género organizada por la
Organización de Naciones Unidas (ONU) y celebrada en días pasados,
parece que se ha marcado una meta digna de aplauso: lograr el
equilibrio social y de derechos entre mujeres y hombres a nivel global en
2030. Una escenografía trabajada y un anuncio realmente atractivo,
sin embargo, la ruta de la realidad presenta obstáculos y minas culturales e
intelectuales que la hacen tremendamente compleja. La intención debe permanecer
y verse reforzada pero, por desgracia, la retirada y erradicación del sedimento
machista acumulado durante siglos va a necesitar más de quince
años. ¿Va a desaparecer la extendida ceguera mental que
oculta, relega y aplasta a millones de mujeres a lo largo y ancho del mundo?
¿Cambiará la visión ese tercio de jóvenes españoles que consideran aceptable
controlar la vida de su pareja?