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No disponer de
conexión a Internet, así como de los aparatos o terminales que permiten el
acceso a la red, limita las posibilidades de hacer frente a las exigencias y al
ritmo de la dinámica educativa desde la infancia, pues los niños y adolescentes
que no disponen de tales medios y herramientas tecnológicas están abocados a
desplazarse por las autopistas con un carro arrastrado por bueyes; impide
llevar a cabo trámites necesarios y de carácter obligatorio con las
administraciones del Estado; penaliza a los usuarios del transporte público
como el ferrocarril, ya que acudir físicamente a la ventanilla para obtener el
billete incrementa el coste del mismo por gastos de gestión; o reduce las
opciones de obtener un trabajo y emprender una actividad empresarial. Es
decir, factores como el desarrollo de las infraestructuras de comunicación, la
posición económica y la formación profesional y popular en el campo de
las tecnologías de la información y comunicación (TIC), tienen una incidencia
directa en el progreso de las naciones y en la vida de los ciudadanos. Ante
semejante realidad global y regional, y en aras de la mejora de un mundo rico
en desigualdad y pobreza, parecen imprescindibles acciones
políticas dirigidas a reducir la creciente brecha digital y sus perjudiciales
consecuencias sociales.